Celeste era considerada por muchos la pequeña
guardiana del bosque, cada vez que al recuperarse uno de los animalitos que
tenía a su cuidado, los dejaba libres y ellos de vez en cuando la solían
visitar, un día uno de los conejos que ella protegía se curó y lo dejó en
libertad, al momento en que fue liberado corrió velozmente a su hogar y le
contó a una hermosa ninfa, sobre esta niña y de como se encontraba sola, sin
amigos en el mundo, la ninfa conmovida por el pequeño conejo, escuchaba con
atención las historias que el conejo le narraba sobre la niña, así que una
tarde, después de que ya varios animales del bosque se habían acercado a la
ninfa para contarle sus aventuras con Celeste, se decidió a conocerla.
Era un hermoso amanecer cuando Celeste daba su paseo
matutino por la vereda del bosque, junto a un pequeño lago que coincidentemente
se llamaba “el espejo de las hadas”, Celeste se sentó a la orilla del lago, sus
pies acariciaban las tibias aguas del lugar, mientras observaba el paisaje y
escuchaba el cantar de las aves, puesto que todo le parecía asombroso, ya que
Celeste solo tenia 7 años de edad, a pesar de ser pequeña era muy lista y
responsable, mientras ella observaba, se percato que del fondo del lago salía
una silueta, al ver como salía del lago Celeste se espanto y se levanto tan
rápido como pudo.
A lo que una voz se escucho “no te asustes pequeña,
mi nombres es Mimbre, y soy una ninfa del bosque, y solo quiero conocerte”,
Celeste toda inmóvil sonrió dulcemente, ya que lo que veía nunca se lo hubiera
esperado, no le costaba creer, pero si se le problematizaba un poco asimilar la
alegría que le causaba poder ver y escuchar a una ninfa, pero de igual forma
eso la ponía muy contenta, ya que era algo que ella siempre anhelaba, pero solo
podía cuestionarse el ¿por qué ella? A lo que la ninfa le respondió dulcemente,
que los animalitos del bosque le habían platicado sobre ella y que se sentía curiosa
al respecto, porque los animalitos realmente sentían aprecio por ella.
La niña estando extasiada por ese milagro que
percibían sus ojos se acerco a la ninfa y le pregunto si podía tocarla, para
asegurarse de que su felicidad no fuera un sueño, ya que muchas veces cuando
somos niños no distinguimos lo real de lo imaginario, la ninfa al sentir agrado
por Celeste, permitió que la pequeña se le acercara, así que Celeste se aproximo
cautelosamente y acaricio la larga y rubia cabellera de la ninfa y en ese
momento Celeste la abrazo de las piernas ya que solo eso alcanzaba.
La ninfa sonrió y le acaricio la cabeza a Celeste y
le dijo que no estaría sola que ella seria su amiga mientras se pudiera,
Celeste al no comprender lo que Mimbre le dijo, le preguntó qué quería decir lo
de mientras se pudiera, y la ninfa Mimbre le respondió explicándole “Mira
Celeste, tu todavía eres muy pequeña, pero cuando los niños dejan de serlo, su
mente y sus ojos se cierran por completo”, Y Celeste preocupada le dijo que
entonces ella no quería crecer y Mimbre le dijo “ahorita no te preocupes por
eso, aun eres muy pequeña, solo tienes que aprender a disfrutar cada segundo al
máximo, para así poder ser capaces de seguir soñando, ya que los sueños
alimentan el alma y el soñar con lleva a creer”.
Y en ese instante Mimbre la abrazó fuertemente para
que creyera que no había nada de que preocuparse y se sintiera segura y pudiera
olvidar por un segundo ese sentimiento de temor de dejar de ser niña.
Así que por esa mañana Mimbre se despidió de
Celeste, prometiéndole que al día siguiente jugarían todo lo que ella quisiera
y que ella seria su amiga para siempre y con esas palabras Celeste se fue a su
casa feliz y emocionada por tener una amiga buena que la entendiera y que le
diera ánimos para no preocuparse por lo que todavía no pasaba.
Al regresar a su casa notó que su madre se
encontraba preocupada, pues no sabia donde estaba, a lo que su madre angustiada
le pregunto “donde andabas hija ya casi anochece, a caso no ves el ocaso, qué
te pasa, no tienes edad suficiente para andar sola por el bosque, ni siquiera
yo que soy tu madre ando en el bosque a estas horas” Celeste con lagrimas en
los ojos le dijo “no mami, estoy bien, mi amiga que conocí en el bosque me
cuida a donde quiera que yo valla”, y su madre molesta le dijo “ Qué, cosa
dices, que conociste a quién, si te he dicho que no hables con extraños”, “pero
ella no es un extraño, mi amiga es una ninfa, una guardiana del bosque”, Su
madre, como todo adulto que a perdido la capacidad de creer sin tener que ver,
no le creyó nada.
Y ya molesta le reprimió y la mando a su cuarto para
que pudiera reflexionar sobre sus acciones, y Celeste con lagrimas en los ojos
se acostó para ya no pensar, pues la cabeza le daba vueltas, porque no
comprendía lo que su madre le decía, pues Celeste aun era demasiado pequeña
para entender el comportamiento y las acciones de los adultos, así que mejor se
arrodillo a rezarle al angelito de la guarda como era costumbre hacerlo cada
noche.
Al día siguiente al ver que su madre no le creyó
nada, decidió irse como de costumbre al bosque a liberar otro animalito que
había curado, solo que ahora la única diferencia fue que ya tenia una amiga a
quien visitar, emocionada la pequeña corrió por la vereda hasta llegar al lago
donde conoció a Mimbre “El espejo de las hadas”.
Al llegar a su destino se dio cuenta de que Mimbre
no estaba por ningún lado, así que empezó a gritar “Mimbre, Mimbre, donde estás,
Mimbre” y en eso de repente una suave risa se notó y entre murmullos se escucho
“shhhhhhh, no grites tan fuerte pequeña que no estoy sorda”, “Lo siento, es
solo que pensé que no me oirías” “Esta bien, no te preocupes” y Celeste tan
contenta y llena de dudas le pregunto a Mimbre “qué era una ninfa”, y Mimbre le
contesto, “mira yo soy una ninfa, es decir soy una guardiana del bosque, me
encargo de proteger cada elemento que aquí se encuentra, curo las plantas, los
frutos y los animalitos que las personas sin moral lastiman, claro esta, que tu
me has ayudado mucho con esta labor”, y con entusiasmo Celeste le dijo qué si
enserio la había ayudado y que ella en verdad lo hacia porque amaba a las
creaturas del bosque y que se sentía feliz de hacerlo, y Mimbre le dijo que lo
sabia y que por eso había tomado la decisión de que la pudiera ver, pues por lo
general las ninfas no se dejan observar y cuando alguien las llega a sorprender
sin consentimiento de ellas, la muerte se vuelve segura.
Pero como Celeste solo era una pequeña niña, que
además en su corazón no había maldad, ni cabía ningún sentimiento carnal, por
eso se hacia visible delante de ella, ya que por lo general las ninfas adoptan
la forma que ellas desean, para así no poder ser percibidas por el ojo humano.
Mimbre le preguntó a Celeste que si quería jugar, y
Celeste emocionada le respondió que si, así que Mimbre la tomo de las manos y
comenzaron a danzar, cada paso era como flotar sobre una nube tan suave como un
algodón, Celeste solo sonreía, pues le gustaba girar mientras que a la vez
danzaba alrededor del bosque, cuando Celeste voltio hacia sus pie, se percato
que flotaba en verdad, fue tanta fue su sorpresa que se asusto, Y mimbre le
dijo con una voz dulce, que no se asustara, que no había de que temer, ya que
ella la estaba cuidando y no la dejaría caer.
Después de unos minutos de estar flotando sobre el
lago y alrededor del bosque, Mimbre decidió regresar a tierra firme, ya
llegando al suelo, junto a la orilla del lago, Celeste le preguntó qué cómo lo
había hecho, y Mimbre le dijo que solo era un truco de hadas, y que así como
ese se sabía muchos más, y Celeste emocionada le decía que porfabor le mostrara
más trucos, y entonces Mimbre le dijo que si, solo porque sabía que la pequeña
se había portado bien.
Sí que Mimbre le dijo, observa bien que te mostrare
algo maravilloso, y Celeste con los ojos bien abiertos y poniendo mucha
atención en los movimientos que Mimbre realizaba, toco su cabeza y deslizó sus
tan femeninas y cálidas manos sobre su cabello y al momento en que las deslizó,
la mirada de Celeste se había asombrado, pues el cabello de Mimbre había
cambiado de color, dejo de ser rubio, para convertirse en un tono verde malva.
Celeste estaba tan en maravillada y sorprendida a la
vez, que hacía cada gesto involuntario, Mimbre solo podía reír, porque le
gustaba observar las caras que realizaba la pequeña, pues era tan graciosa, ya
que Celeste tenia esa chispa que hace agradar a los niños y en todo el lago
solo se podía escuchar la risa de las dos, al ver el reflejo de esas caras tan
asombrosas que solo los seres con espíritu juvenil puede realizar, bueno eso
era lo que siempre se decía.
Que barbaridad con esas dos, pues todo era reír y
disfrutar cada segundo, esto se podía notar, porque el tiempo se desvanecía
velozmente y Celeste tenia que regresar a su hogar para no ser regañada por su
preocupada madre, pero la nostalgia llegaba a los ojos de Celeste al tener que
separarse de su amiga y de su compañera de juegos, al notar Mimbre ese rostro
triste le dijo a Celeste que no se pusiera a si, que ella estaría esperándola
para volver a jugar y que para después, ella misma la llevaría a un lugar aun
más mágico, para que pudieran jugar sin que el tiempo se fuera volando.
Y Celeste contenta por eso que le había dicho,
acepto, solo que ahora si abría una condición y Celeste ansiosa le pregunto que
cual era, Mimbre le dijo que ya no tenia que comentarle nada a nadie, que era
un secreto de amigas, solo entre ellas dos, para evitar problemas, Celeste
estuvo de acuerdo de inmediato argumentando que si, porque quiso platicarle a
su mamá y ella no le creyó absolutamente nada.
Así que después de dialogar el asunto, Celeste
partió a su casa para evitarse la molestia de ser castigada por desacato, ya
llegando a su hogar, saludo a su mamá pero ahora ya no le intento contar nada,
pues había aprendido que no le creería y solo obtendría un castigo, a si que
mejor se quedo callada y cenó lo que su madre le preparó, ya acabando de cenar
se despidió con un beso dulce de su madre, deseando que comenzara un nuevo día,
para poder jugar con su mejor amiga.
Al día siguiente, en cuanto el primer rayo de luz
entro por la ventana de la habitación, Celeste salió disparada de su cama, se
vistió tan rápido como pudo y velozmente corrió a desayunar, pues ahora quería
llegar más temprano a su encuentro con Mimbre, su madre se sentía algo rara
pues ahora notaba a su pequeña más feliz que lo de costumbre, pero no le dio
mucha importancia ya que lo que le importaba era que veía a su hija muy bien,
con un entusiasmo tan grande que de repente le costaba creer.
Ya encamino al bosque Celeste cantaba una armoniosa
canción y las aves le seguían en coro, porque la mayoría de las creaturas del
bosque la querían mucho, pues todos veían lo buena y dulce que era la pequeña
con todos ellos, al ritmo de la pieza que entonaba Celeste, las plantas se
meneaban de un lado a otro como si danzaran con el mismo compás y el sol
parecía brillar más, al llegar al lago Mimbre ya la esperaba recargada junto un
tronco grueso y viejo como el mismo bosque que ella resguardaba con apego.
Al llegar Celeste y al verla reposando sobre ese
tronco, Celeste corrió a sus brazos para sentir a su amiga, que cada día que
pasaba se iba haciendo como su hermana, pero este sentimiento era mutuo, porque
Mimbre estaba encantada con la niña.
Luego después de saludarse caminaron por el bosque
para llevar a Celeste a un lugar especial, cuando de repente se toparon con un
venado herido por una flecha, Celeste se preocupo tanto que una lagrima rodó por
su rosada mejilla, Mimbre le dijo que no se preocupara que todo estaría bien,
así que la ninfa se acercó silenciosamente y de un solo jalón sacó la flecha y
al mismo tiempo entonaba un silbido tan encantador que parecía que arrullaba al
venado herido, ya cuando la creatura se había tranquilizado paso sus manos
sobre la herida y de inmediato esta desapareció.
Celeste asombrada, suspiró de alivio la ver que el
venado ya se encontraba bien, y Mimbre le dijo “viste como todo tiene solución,
sólo hay que creer para que se puedan hacer las cosas bien”, Celeste reía de
felicidad y mientras que jugaban brincando entre el verde pasto del bosque
llegaron a un gran sauce llorón, la pequeña intrigada le preguntó a Mimbre que
a donde iban y Mimbre le respondió “silencio y solo observa”, paso su mano
sobre el tronco del sauce y de hay salió una luz, parecía un portal a otra
dimensión, Mimbre tomo nuevamente la mano de la pequeña y la introdujo por el
tronco, Celeste cerró los ojos pues le asustaba un poco lo que pudiera haber
del otro lado, Mimbre le dijo que no temiera que todo estaba bien y que la
había llevado a su casa.
Así que Celeste abrió los ojos tan despacio como
pudo y al abrirlos noto un resplandor tan maravilloso, era un lugar sorprendente,
como si la magia se pudiera sentir en el suave viento que acariciaba la piel de
la pequeña, habían miles de hadas alrededor y otras creaturas magnificas que
paseaban sin temor alguno, hasta que uno de ellos notó a la niña y alerto a los
demás seres mágicos que ahí habitaban, al ver Mimbre tal alboroto, soltó a
Celeste y colocándose en medio de la multitud les explico que esa niña que
todos veían se llamaba Celeste y que era su pequeña amiga.
Celeste se acerco a Mimbre para saludar a todos esos
seres, al ver y al percibir las intenciones y sentimientos de la niña, todos se
acercaron cautelosamente a Celeste, intrigados por su apariencia comenzaron a
examinarla detalladamente.
Ya todos reunidos por la curiosidad decidieron jugar
con Mimbre y Celeste, las creaturas parecían muy contentas al tener a la
pequeña en su hogar, todos compartían los frutos que habían traído de la
dimensión de donde era proveniente Celeste, ya después de varias horas de jugar
Celeste cayó en sueño, cuando despertó se había percatado que ya era otro día,
y alterara se levanto tan rápido como pudo, Mimbre al verla angustiada se
acerco y le dijo “tranquila, no te preocupes, todo esta bien” y Celeste “no, mi
mamá me va a matar, por no haber llegado a casa”, “Celeste, pequeña, no te
preocupes, aquí el tiempo es relativo”, “como que relativo”, “Si aquí el tiempo
no se maneja igual, lo que aquí puede ser una semana, en tu dimensión solo son
un par de horas” comentó Mimbre a la pequeña preocupada, y Celeste le contesto
“enserio”, “así es” dijo Mimbre, ya después de darle de comer y de darle un
paseo por ese encantado universo paralelo al nuestro, regresaron a casa de
Celeste, Celeste muy agradecida se despidió de todos sus nuevos amigos y al
llegar a su dimensión agradeció a Mimbre por haberla llevado a conocer su hogar,
y la ninfa dijo que no había sido nada, que era un secreto entre las dos. Y así
al pasar los años Celeste y Mimbre siempre jugaban en el bosque y de vez en
cuando visitaban el hogar de Mimbre para jugar con las demás creaturas mágicas,
que a veces llegan a visitarnos en todos esos lugares asombrosos que la madre
naturaleza nos ha brindado. Celeste se encontraba algo preocupada pues ya casi
se convertiría en una joven mujer y tenia miedo de perder a su mejor amiga en
el mundo entero y a sus fieles amigos los animales del bosque, Mimbre como
siempre, con un rostro relajado y armonioso le dijo a Celeste que no se
preocupara que ellos estarían siempre con ella en su corazón y que además no
siempre se olvida y mucho menos cuando tu fe es más grande que la razón, y
dicho y hecho llego el tiempo de crecer, pero el corazón y la fuerza de Celeste
de creer en las cosas eran mucho más grande que todo, pues la pequeña se
convirtió en adulta y Celeste nunca dejo de creer y de vez en cuando sigue
jugando y platicando con su siempre joven amiga Mimbre y así vivió feliz
inculcándole a sus próximas generaciones el milagro de creer.